La Dra. Adaia Valls nos comenta una noticia sobre un caso de Síndrome de Treacher Collins que ha conmovido al mundo.
La realidad de las personas que nacen con una malformación cráneofacial, efectivamente, es dura. Se trata de personas que posiblemente van a estar "comprometidas" o "casadas" con el mundo médico-quirúrgico por un periodo largo de tiempo.
Pero como refleja este artículo, el desconocimiento de éstas puede incluso ser muy nocivo. Actualmente no deberían "castigarse" este tipo de malformaciones.
Antiguamente, una persona con una fisura facial era considerado como el "elegido"; y, sin embargo, en otras épocas eran individuos repudiados. Con el tiempo, hemos aprendido que la mayoría de personas con deformidades congénitas son individuos normales y corrientes, con aptitudes sociales, intelectuales y demás..., pero con una patología que requerirá atención médica. Comparativamente, sería como si un niño naciera con diabetes, pies zambos, monorreno, .... porque afortunadamente, a día de hoy, somos capaces de corregir o tratar cada una de estas enfermedades.
Cierto es que las malformaciones cráneofaciales congénitas obligan un abordaje multidisciplinar y, normalmente, múltiples cirugías reparadoras, pero no por eso debe marginarse o abandonarse un niño con un futuro lleno de posibilidades.